domingo, 12 de agosto de 2007

"Y ahora quién podrá defendernos?"

“Yo! El Chapulín Colorado” sería la respuesta más adecuada, citando al gran comediante “Chespirito” a.k.a. Roberto Gómez Boláños. Eso sería si nuestra vida cotidiana fuera como una novela o serie de televisión, pero no lo es.

El día empiezo con algunos contratiempos, tratando de pagar el valor de la matrícula del carro de mi abuelita, pero me topé con la novedad que el servicio en los bancos solamente ha sido de lunes a viernes; claro, luego de una fila enorme dentro de la entidad bancaria a la que acudí. En fin, fui con la mala noticia donde mi querida “Yaya” así le digo con muchísimo cariño, se llama Rosa Matilde, y me dijo “bueno no hay problema, será mañana”, a lo cual me comprometí.

A mi retorno se me había encargado comprar dos de los diarios que circulan en la Capital para adjuntarle al que nos llega a casa por suscripción, por lo cuál procedí a llegar hasta el sector de “La Y”,a dos cuadras de mi casa, para adquirir los matutinos. Era un poco más del medio día.

Bajando por esa calle que une la Av. De La Prensa con la Av. América, escuché pasos a gran velocidad y de pronto un fulano estaba a mi lado, quien se me acerca a decirme: “Pana, hágase un favor, ayúdeme con veinticinco centavos para el bus”. Este tipo, de mi edad (26) o menos e igual estatura, lucía pantalón militar de camuflaje, camiseta negra y gorra gris un poco rota. Mientras seguí caminando saqué todas las monedas que tenía en el bolsillo derecho y se las entregué diciéndole: “Es todo lo que tengo.”

Yo ya bajaba “cabreado” por lo del banco, entonces entenderán como me sentía. Este “man”, no contento con eso me dice: “Eres mala gente que no me quieres dar más, así que saca la billetera que tienes ahí y dame todo”. Repliqué en mi favor: “si tuviera más te daría, si no por qué crees que estoy caminando pues”; no contento con eso respondió: “/(¡$/” dame la plata a la una”, yo seguía insistiendo no tener y caminando; “dame a las dos.” En el enojo que tenía solo pensaba “llega a tres y lo destrozo” pero no llegó porque yo me mantenía a pie, afirmando no tener más. Al verme tan seguro, se atrevió a preguntar: “¿y a dónde vas?”, entonces le respondí “($/#) y a vos qué te importa.” Siguió caminando a mi lado, ya sobre La Prensa donde finalmente dijo: “ya te encontraré en otra para que me des todo lo que tienes”, me dio la mano despidiéndose muy gentilmente y se fue en dirección de la Av. Juan de Ascaray.

Lo manejé bien, no me dejé ganar, pero la bronca que tenía era inmanejable. Menos mal me calmé, pudiendo la cabeza más que el hígado y los músculos. Me pasó.

En la noche, saliendo con la novia a buscar un encargo de último minuto, marcando el reloj las 21:00, presencié, desde mi auto parqueado en una tienda, cerca de la Av. La Prensa, intersección Florida, un intento de asalto dos a uno, donde incluso hubo un par de disparos, gracias a Dios sin consecuencias mayores, lo cual me hizo deducir que era una pistola de aquellas de fulminantes que sólo hacen bulla, pero que igual hacen chispa y sale humo. De manera inmediata, corrieron por la Av. La Florida hacia arriba. Una señora con sus niños chiquitos esperaban el bus integrador que los llevaría a la Estación Norte del Trolebús, quienes raudos, corrieron a la tienda, junto a mi auto. Hasta eso, mi Marce, ya había comprado los encargos pero tomamos un tiempo prudencial antes de ir a dejarla en su casa por el sector mencionado.

Subiendo ya por Florida, el clásico tumulto se había formado, cerca de un chifa que hay ahí, porque los vecinos del sector habían salido a ver qué ocurría. Dejé a Marcela en su casa y, a manera de “venganza” por lo que me ocurrió en la mañana, subí hasta el retén policial ubicado en el barrio de Andalucía, sobre la calle Machala, a notificar el evento. La patrulla estaba parqueada ahí, además de una moto, pero la sorpresa es que sólo había un policía dentro, leyendo algo mientras fumaba. Procedí a contarle lo ocurrido, ante lo cual llamó a la central para que las patrullas de los barrios “La Concepción” y “La Florida” bajen a inspeccionar lo ocurrido, para él también unirse de manera casi inmediata. A todo esto cabe mencionar que marqué el 911 desde el celular, pero nadie contestó.

Bajé a contarles a los vecinos ahí reunidos que la Policía ya estaba “en eso sobre la marcha” y que en cuestión de minutos bajarían a averiguar bien lo sucedido; me fui. Ojalá pudiera contarles el final de la historia pero no la tengo. Casi llegando a casa, otra vez por “La Y”, fui testigo de casi un choque de taxistas que se querían ganar a una familia como pasajeros.

Como corolario, a manera de cereza en el pastel, les comentaré que me tocó ir hoy, domingo de fin de feriado, a la oficina a las 16:00 por unos temas a los cuáles fuimos citados. Menos mal eso no duró mucho.

Es conocido que me dicen “Batman” por mi afición con el gran héroe de historieta; pues entonces, podemos decir que en Quito, donde la pizza llega más rápido que la policía, ni el hombre murciélago se salva de ser asaltado por ladrones comunes. La diferencia con las aventuras, es que en Ciudad Gótica es “The Bat”, quien se enfrenta al crimen organizado, las mafias, y el hampa, no como acá que es asaltado por cualquier delincuente común.

Pero “la patria ya es de todos!” Jaja.

Tengan cuidado por favor, buen inicio de semana.

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