jueves, 16 de julio de 2009

Lucha diaria

Llego a la oficina, me encuentro con el mismo panorama de siempre: muchísimo trabajo por hacer; casi interminable. Eso me bota para atrás y me cansa mentalmente, con el gran inconveniente que la jornada laboral está por empezar, y se hace más larga de lo que en verdad es.

Minuto a minuto, hora tras hora, tienen que cumplirse actividades, procesos, metas, objetivos de equipo, de área, de departamento, de institución; ergo, la presión me mata, me saca de casillas, me enloquece, ya no se cómo reaccionar ante ella, me desespero, respiro ondo, vuelvo a concentrarte para ponerle acelerador al trabajo que se me acumula, o que en realidad siento que no disminuye.

El tiempo, asesino implacable, ha decidido acelerar su ritmo al máximo, provocando que mi complicado estado anímico se ponga muy volátil, ya que la sensación de que efectivamente no he hecho nada de mi trabajo me está matando; bordeo la locura.

Me demuestro a mi mismo que no es así, que he avanzado, poniendo el hombro para que el trabajo fluya, eso me motiva y siento que el tiempo desacelera. Empiezo a sentirme dueño de las pistas, de los enanos, de los payasos, ¡del circo entero!, soy el maestro de ceremonia en la gala principal,lo he logrado, me superaste y eso me vuelve poderoso, indestructible, fuerte.

Cuando todo eso pasa, en lo mejor de la victoria, ¡zas! el baldazo de agua fría y vuelvo a perder el partido. La jornada de trabajo, formalmente se termina, me toca repetir "dos que tres" cosas, las mismas que revisé mil veces antes de entregar. El teléfono no para de sonar, me ostiga, no soporto su ring ring constante, unísono e invariable. Vuelvo a debilitarme, la sensación de poder se convirtió en estrés, en derrota; la superación y el haber demostrado se me va, la lucha empieza de nuevo, y eso que el horario formal de la jornada de trabajo se había cumplido dos horas y media atrás.

La diaria lucha de demostrar, demostrar, demostrar, demostrarles y demostrarme, todo lo que ya he demostrado con la superación es terriblemente chocante, cíclica, devastadora mentalmente, poco amigable; se acabó el día, mañana será otro...de lo mismo. ¿Me superaré?

Jorge

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